lunes, 26 de agosto de 2013

Capitulo 31

Hola chicas si.... perdón se que las tengo re abandonadas sorry pero la semana pasado tuve un semana llena de trabajo la Facu me tenia a full esta semana ya esta mas relajada el Jueves Maratón y si nos da tiempo terminamos la nove.... besos gracias a las que comentan siempre son lo mas y Gracias a las que leen, espero que les guste el Cap, Comenten nos estamos leyendo besos.



Lali no coqueteaba con él, ni lo provocaba. Se limitaba a leer el libro, con la cabeza baja. Aun así, él sintió que se daría por satisfecho si pudiera pasar el resto de sus días sin hacer otra cosa que quedarse sentado a la sombra de su presencia.
Lali yacía bajo las sábanas, conteniendo la respiración mientras escuchaba crujir el suelo, señal de que su marido paseaba de nuevo inquieto por su habitación.
Eran casi las diez cuando, agotada, había dejado de leer. Peter  apenas había movido un músculo desde el momento en que ella había empezado a hacerlo, el codo apoyado en el brazo de la silla, la barbilla sobre la mano, la cabeza ligeramente ladeada, la mirada fija. O eso le había parecido cada vez que, al levantar la vista, lo había visto escuchando con atención, como cautivado por la historia.
De modo que había proseguido, más de lo que lo habría hecho en otras circunstancias. Jamás había conocido a nadie tan interesado en su lectura en voz alta.
Luego, él la había acompañado a su dormitorio, le había dado las buenas noches, y ella había oído cómo abría y cerraba la puerta del suyo. Estaba convencida de que después del día que habían pasado juntos acudiría a ella. Después de que Charity la hubiese preparado para dormir y se hubiese ido de la habitación, también Lali había estado paseando de un lado a otro unos minutos antes de suspirar profundamente y meterse por fin en la cama. Se había recolocado el pelo extendido por las almohadas y se había tapado hasta la barbilla para destaparse después hasta el pecho y luego hasta la cintura.
Mientras estaba así tumbada, completamente inmóvil, con la lámpara baja y la mirada fija en el dosel de la cama, había empezado a oír los pasos inquietos de su marido.
¿Por qué no entraba?
Contempló la idea de levantarse y llamar a su puerta para avisarle de que estaba preparada para él, pero aquello le parecía muy descarado; por otra parte, seguramente pronto dejaría de pasearse y se reuniría con ella.
Al cabo de un rato, Lali empezó a jugar con sus pulgares, luego a contar las figuras del techo y los tictacs del reloj que había sobre la repisa de la chimenea.
¿Por qué no entraba?
Cuando empezaron a escocerle los ojos y a humedecérsele, se dijo que era porque le había leído demasiado rato. Cuando uno de los relojes del pasillo dio la medianoche y cesaron al fin los paseos en la habitación contigua pero su marido no fue a verla, se puso de lado y dejó que las lágrimas que había estado conteniendo le rodaran por la mejilla hasta la almohada.


Al duque de Weddington:
Ha pasado mucho tiempo, amigo mío. Quisiera que me dieras permiso para ir a verte a Drummond.
Sinceramente,
Peter, duque de Killingsworth.


Al duque de Killingsworth:
Me temo que no.
Weddington.


Mientras su carruaje se dirigía a la mansión Drummond, la carta de Weddington, que Peter  se había metido en el bolsillo de la chaqueta, le pesaba como una losa. Había sido una cobardía no querer ir solo, pero pensó que Weddington no se atrevería a hacerle un desplante si Lali estaba con él.
Después de que ella le preguntara por sus amigos, por aquellos con los que mantenía una relación más estrecha, y le revelara que John había desairado a Weddington, se le ocurrió que quizá su viejo amigo sería alguien en quien podría confiar.
La seca nota de Weddington le había dicho a Peter  mucho más sobre el estado de su amistad de lo que podría haberle desvelado una carta más larga. Weddington y él eran amigos de la infancia, habían navegado juntos. Que no quisiera verlo...
Bueno, no le cabía duda de que John era el responsable, y de que había algo más que una simple negación del saludo. El comportamiento de John tenía su lógica, por irritante que resultara. Deshacerse de su ayudante de cámara... deshacerse de su más íntimo amigo.
Si como mínimo lograba al menos recuperar la confianza de Weddington, quizá descubriera algún modo de demostrar que decía la verdad.
Y debía hacerlo cuanto antes, porque cada vez le costaba más no abrir la puerta que separaba su dormitorio del de Lali.
Cada instante que pasaba con ella era un auténtico placer, salvo aquellos momentos en los que veía la duda aflorar a sus ojos porque ella precisaba más de él de lo que él podía darle. En numerosas ocasiones se había decidido a contárselo todo, pero entonces ella le sonreía y la idea de que aquella sonrisa nunca volviera a ser para él lo movía a reconsiderarlo. Era egoísta por su parte e injusto para ella, pero había vivido tanto tiempo con tan poco que era como un hombre hambriento, habituado a conformarse con las migajas, al que de pronto se le ofrece un banquete.
Se decía que al día siguiente se lo confesaría todo, y al día siguiente se convencía de que sería mejor al otro... y ahora había decidido esperar hasta después de la visita a Weddington. Si su amigo lo rechazaba, Peter  seguramente necesitaría el consuelo que Lali podía proporcionarle.
—¿Qué sabes de su esposa? —le preguntó ella inesperadamente, irrumpiendo en sus pensamientos.
—¿De la esposa de quién?
—De Weddington.
Nada en absoluto. Ni siquiera sabía que se hubiera casado. Maldición, ¿cuándo había ocurrido eso?
—Estoy convencido de que lo quiere. Es la clase de hombre al que cualquier mujer adoraría.
—¿Cuánto hace que Weddington y tú sois amigos?
—Nos conocimos en Eton. Como nuestras fincas están a sólo unas horas de distancia, pasábamos bastante tiempo juntos cuando no había clase. A los dos nos gustaba pasear en barco, y la casa de Weddington está casi a la orilla del mar. No me sorprendería que hubiera aprendido a navegar antes que a andar.
—Nunca me has hablado de tus amigos.
—No tengo muchos. Como John y yo éramos de la misma edad, él satisfacía más o menos mi necesidad de amigos. Y yo la suya, supongo. Pero a Weddington... bueno, yo confiaba en él y llegué a respetarlo muchísimo. Nos hemos distanciado con los años, y lo lamento. Lo cierto es que no sé cómo nos recibirá.
—Teniendo en cuenta el incidente de la Exposición Universal, yo diría que no nos recibirá.
—Tal vez no debería haberte pedido que vinieras conmigo. Si te incomoda mucho esta visita, le diré al cochero que dé la vuelta...
—No —replicó ella con un ligero movimiento de cabeza—. Mi sitio está a tu lado.
Cómo deseaba que ese sentimiento fuera cierto.
—No podía haber elegido una dama más extraordinaria por esposa —dijo con voz queda.
—A veces tengo la impresión de que no estás nada contento conmigo.
—Tu presencia me llena de un gozo infinito.
—¿Y por qué te paseas por tu dormitorio en lugar de venir al mío?
Miró por la ventanilla deseando no hacerle daño y percatándose, al mismo tiempo, de que no bastaba con desearlo.
—No creía que me oyeras.
—La casa es vieja, y el suelo cruje.
Volvió a mirarla.
—¿Quieres que vaya a tu dormitorio?
Ella se miró las manos enguantadas, posadas en su regazo.
—El día de la boda dijiste que tenías dudas sobre nuestro matrimonio, así que pensé que tal vez agradecerías un poco más de tiempo... —improvisó él con dificultad. Cielo santo, no se le daba bien mentir.
—Las dudas han ido desapareciendo. He visto cosas de ti que desconocía, y ahora estoy segura de haberme casado con el hombre con el que estaba destinada a contraer matrimonio.
—Lali...
—Mis sentimientos por ti han crecido, Peter . Ya sé que ha pasado poco más de una semana, pero hoy te quiero mucho más de lo que te quería ayer. ¿Tú me quieres?
—Muchísimo.
—Lo dices como si fuera algo terrible.
Y lo era. Anhelar tanto algo que no podía tener. Empezaba a cansarse de preocuparse por que Lali lo descubriera todo, pero aquél era el peor momento para contárselo, ahora que se aproximaban a su destino. Así que, en vez de eso, acortó el espacio que los separaba inclinándose hacia adelante, le tomó las manos y le dijo lo que pudo:
—Lali, sé que a veces mi comportamiento te parecerá raro...
—Si yo sólo...
—Chis —le apretó los dedos—. Escúchame.
Ella asintió con la cabeza.
Peter se acercó las manos enguantadas a la boca y las apretó contra sus labios, mirándola intensamente a los ojos, con la confianza de que ella pudiera ver en ellos su alma.
—Lali, he estado mucho tiempo... perdido. Creo que ésa es la mejor forma de describirlo. Pero al fin tengo la sensación de que me han encontrado.
Ella esbozó una media sonrisa y le salió el hoyuelo.
—Ésa es la letra de un himno que me encantaba, Amazing Grace.
—Ah, sí, lo recuerdo. Pero en mi caso es más bien un regreso.
—¿Un regreso a qué?
—A lo que debía haber sido.
—Nunca he tenido queja de cómo eras.
—No era feliz, Lali. Desde que me casé contigo han cambiado muchas cosas. —Le besó los nudillos—. Me cuesta creer la suerte que he tenido, porque te adoro, de verdad.
Le soltó las manos y volvió a su asiento, algo violento por todo lo que había dicho. Se había excedido un poco, pero no quería que ella dudara de su afecto, sobre todo si se pasaba la noche despierta esperándolo mientras él se paseaba nervioso por la habitación, procurando no caer en la tentación de abrir aquella puerta.
—Ya hemos llegado —dijo al divisar el camino que le era tan familiar.

2 comentarios:

  1. haa maass :O
    quiero q e diga todo d una a su amigo!!
    maass

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  2. Hola saluden a la chica que nose da cuenta cuando suebn nove jajajaj Hay mas tiernos hermosos <3, me imagino que si le dice se quitara un gran peso de encima
    Besitos
    Marines

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