martes, 27 de agosto de 2013

Capitulo 32

Hola chicuelas como andan? espero que les guste el cap y recuerden que se viene maratón el Jueves... besos COMENTEN


El coche se detuvo bruscamente. Aunque estaba ansioso por salir y resolver el asunto, esperó a que el lacayo abriera la puerta y ayudara a Lali a bajar. Por cobardía, evitó mirarla directamente, temeroso de lo que pudiera ver en sus ojos, en su rostro. Prefería vivir su vida en la ignorancia dichosa de sus verdaderos sentimientos, porque lo que ella sintiera lo sentía por John, no por él.
Una vez fuera, le tendió el brazo, y en cuanto ella posó su mano en él, la escoltó por la escalera que conducía a la gran mansión. Notó que, a medida que se acercaba a la puerta, se le hacía un nudo en el estómago, y cuando el mayordomo la abrió, no le quedó más remedio que obligarse a entrar en contra de los deseos de su amigo.
Pero, una vez dentro, se tranquilizó. Se había sentido tan a gusto en aquella casa como en la suya.
—Bienvenido a Drummond, señoría —dijo el mayordomo.
—Wafkins, ¿sería tan amable de comunicarle al duque mi presencia? —dijo, tendiéndole su tarjeta.
—Por supuesto.
Lali se había soltado de su brazo y estudiaba varios retratos que colgaban de una de las paredes.
—¿Nerviosa? —le preguntó.
—Un poco —contestó ella.
—Es un hombre muy agradable.
—He oído decir que es primo lejano de la reina.
—Yo también.
Ella se volvió en redondo, boquiabierta, con los ojos como platos.
—¿Nunca te lo había dicho? —inquirió él, ladeando la cabeza.
—Pues no.
—No es nada extraordinario. Casi todos los aristócratas están emparentados de una u otra forma.
Oyó un suave golpeteo de pasos dirigirse hacia ellos y disfrutó de un instante de alegría cuando aquella mujer pequeña y sonriente le tendió los brazos.
—¿Eleanor?
—Hola, Peter . Ha pasado mucho tiempo.
Ciertamente. Eleanor Darling, la hija del conde de Beaumont. La primera vez que la había visto, se había planteado la posibilidad de cortejarla, pero él aún no estaba preparado y ella sólo tenía dieciséis años. No le sorprendía que Weddington no hubiera dudado en conquistarla.
Tomó la mano que le brindaba y se la besó.
—Estás estupenda.
Ella rió.
—Tú no. Te encuentro algo pálido.
—Por la lluvia, me temo.
—Tampoco ha llovido tanto, y hoy hace un día precioso.
—Cierto. Permíteme el honor de presentarte a mi esposa.
Eleonor se mostró tan cortés como siempre recibiendo a sus invitados, y Peter no pudo evitar percibir que Lali se defendía bien, y que sería una buena duquesa, aunque por poco tiempo.
Cuando Eleanor devolvió su atención a él, Peter le preguntó:
—¿Weddington no quiere verme?
—No está aquí. Ha salido a navegar con Richard.
Ella le lanzó una mirada que parecía decir «No pongas esa cara. Sabes perfectamente quién es Richard».
—Nuestro hijo —añadió.
—Ah, sí, enhorabuena.
—Con cinco años de retraso.
—Cinco años. —Confió en que ella detectara la pena en su voz, y empezó a sospechar que, en lo relativo a aquella amistad, John posiblemente había hecho algo que él no podría deshacer—. Tal vez no debería estar aquí a su regreso. Le envié una carta y me contestó...
—Sé lo que te contestó. No hay secretos entre nosotros. Pero el que aun así hayas venido dice mucho. —Le acarició la mejilla—. Mucho. Y creo que agradecerá que hayas dado este paso para resolver vuestras desavenencias. ¿Os apetece tomar un té en el jardín mientras lo esperamos?, A Lali le gustó Eleanor Stanbury, la duquesa de Weddington. Tenía los ojos azul claro y una sonrisa cálida, y cuando hablaba de su marido y de su hijo, el amor que sentía por ellos se manifestaba en cada palabra.
—Richard se parece mucho a su padre. Ya verás, Peter. Es como un Weddy chiquitín. Ya hace casi todos sus gestos. Es asombroso. ,
—Estoy deseando conocerlo.
Ella se inclinó sobre la mesa redonda cubierta con un mantel y le dio una palmadita en la mano.
—Hace tiempo que quería que lo conocieras. Me alegro muchísimo de que estés aquí.
Lali encontraba conmovedor el afecto que aquella mujer sentía por Peter , y no dejaba de preguntarse cuál habría sido la causa de las desavenencias entre Weddington y su marido.
—Bueno, háblame de vuestra boda, Mariana —dijo Eleanor, desviando su atención de Peter .
—Llámame Lali, por favor.
—Ah, me gusta. Cuéntame, Lali. ¿Se llenó la iglesia a reventar de curiosos?
—Apenas me fijé —confesó Lali—. Estaba tan nerviosa, más bien aterrada.
—Sé exactamente a qué te refieres. Fue el día más feliz de mi vida y no recuerdo casi nada de él. Y Weddy tuvo muchísima paciencia conmigo. Yo no hacía más que llorar cada cinco minutos. No sé por qué. Háblame de tu vestido.
—No era nada especial.
—Estaba preciosa, y el vestido era fabuloso —señaló Peter —. Satén blanco con encaje, y flores en la cola.
Eleonor sonrió.
—Como el de la reina Victoria. El mío era muy parecido. Nos ha cambiado las bodas. Antes de ella, bastaba con que las novias llevaran un vestido bonito y un velo. El velo era el adorno que proclamaba «Hoy me caso». Ahora están de moda el satén blanco, el encaje, las perlas y las flores de azahar. Yo he guardado mi vestido con la esperanza de tener una hija que pueda llevarlo. Pero primero tengo que darle un hermanito a Weddy. Una lata. No me refiero a tener hijos, claro, sino a que se espere que toda mujer tenga dos varones. De lo contrario, haga lo que haga, se la considera una fracasada.
—A ti nadie podría considerarte una fracasada, Eleanor —intervino Peter .
Ella sonrió cariñosa.
—Te agradezco que pienses eso.
—Entonces, ¿sólo tenéis un hijo? —preguntó Lali.
—Sí, yo aún no he perdido la esperanza, pero ya han pasado cinco años. De hecho, por eso estamos aquí en lugar de en Londres. Weddy está convencido de que la brisa marina es justo lo que necesitamos para acelerar el proceso.
—¿Y cuánto tiempo lleváis ya casados? —quiso saber Peter .
Eleanor lo miró perpleja.
—Me asombra que lo hayas olvidado.
Peter miró a una y a otra alternativamente, y Lali sintió un poco de lástima por él, como si de pronto se viera en un aprieto sin saber muy bien por qué.
—Lo siento... —empezó.
—Algo más de cinco años —lo interrumpió Eleanor—. Nos casamos justo ocho meses antes de que naciera Richard. Weddy y yo teníamos la impresión de que tú habías sido el responsable de propagar por Londres el rumor de que me había propuesto cazar a Weddy y que me había quedado embarazada para que no tuviera más remedio que casarse conmigo.
Al mirar a su marido, a Lali le pareció que estaba deseando que el mar, que se veía a lo lejos, lo arrastrara y se lo llevara.
—¿Nos equivocábamos? —inquirió Eleanor.
Lali lo vio tragar saliva.
—No sé qué decir, Eleanor, salvo que lamento el daño que cualquier rumor haya podido causaros.
—Eso no es respuesta, ¿no crees?
—No, no, no es respuesta, pero es lo mejor que puedo ofrecerte de momento.
Ella volvió a inclinarse sobre la mesa y le apretó la mano.
—Cambiaste, Peter , cuando heredaste el ducado. Weddy te echaba muchísimo de menos. No creo que le guste que te haya dicho esto, por el orgullo y todas esas bobadas, pero así es. —De pronto se animó y una sonrisa le invadió el rostro—. ¡Ahí vienen!
Se puso de pie y empezó a saludar con la mano. Peter y Lali se levantaron también. Lali pudo ver a un hombre alto y moreno con un niño pequeño y moreno, a hombros. Después vio que las zancadas del hombre vacilaban, que aminoraba la marcha, se bajaba al niño de los hombros, lo abrazaba con fuerza y aceleraba el paso.
Cuando estuvieron lo bastante cerca, Eleanor le gritó;
—Weddy, mira quién ha venido a vernos: el amigo pródigo que creíamos perdido.
Rodeó la mesa y salió al encuentro de su marido a unos metros de donde estaban, le dio un beso en la mejilla y cogió al niño. El duque apretó los dientes y miró a Peter con dureza.
—Weddington, me alegro de verte —dijo Peter al fin.
—Killingsworth.
Weddington la miró, y a ella le pareció notar que Peter se le acercaba como si la creyera en peligro. Y a juzgar por el odio que se veía en el semblante de Weddington, no le habría extrañado que así fuera.
—Un placer —señaló Weddington, aunque sonó a cualquier cosa menos a eso. Su mirada se desplazó a Peter —. Bueno, Killingsworth, dime, ¿qué rumores puedo propagar por Londres? ¿Qué puedo decir de ella que te duela de verdad?
—No digas ahora algo que después vayas a lamentar —le advirtió Peter .
—Ya lamento haberte saludado, haberte dirigido siquiera la palabra.
—Se ha disculpado, Weddy —intervino Eleanor.
Weddington le acarició la mejilla a su mujer, y el profundo amor reflejado en sus ojos le robó el aliento a Lali.
—Te debe más que una disculpa, princesa. —Volvió a mirar a Peter —. Si no estás en tu carruaje y en marcha en menos de tres minutos, abriré el estuche donde guardo las pistolas de duelo de mi padre...
—Ábrelo.
—... y te retaré...
—Rétame.
—... a un duelo a muerte.
—Adelante.
—¿Estás loco? —gritó Lali.
—¡Weddy, no! —chilló Eleanor.
—Tienes cinco minutos para despedirte de tu esposa para siempre —añadió Weddington con la tranquilidad del que va a dar un paseo—. Te veo en el risco en otros cinco.

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OMG que pasara quien morira? moriran ambos? ambos se salvaran? se dará cuenta que el que insulto a su esposa fue John o no? dios que pasara solo les digo no se pierdan el Próximo que se viene bueno


1 comentario:

  1. Nooooo Natali alias Cris Dios misterio me puede el misterio por favor que no muera Peter
    John fuiste muy malo malo
    Peter no le sigas vete mejor piensa en Lali :(
    Fuerte el capitulo
    Besitos
    Marines

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