martes, 23 de julio de 2013

Capitulo 20

Hola Bombonasas les dejo el cap de hoy, besos COMENTEN!...
PD: Marines y no sabes lo que se viene.... 



De pie, junto a la ventana, con las pesadas cortinas de terciopelo corridas, Lali contemplaba la noche mientras los criados iban de un lado a otro, guardando sus cosas. La habitación era preciosa, aunque olía un poco a cerrado por el desuso.
Diminutas flores blancas salpicaban el papel pintado de color burdeos, tonalidad que parecía predominar en la casa, junto con un verde caza oscuro. También el dorado, el plateado y el blanco. Los techos que había visto en su trayecto hasta el dormitorio la habían dejado boquiabierta. Todos con frescos pintados. En el amplio vestíbulo que conducía a los dormitorios, una serie de recuadros albergaban un camafeo tallado en mármol. En la habitación donde se encontraba, en el techo se veían pinturas de ángeles rodeados de flores diversas o descansando en jardines.
Una gruesa colcha de terciopelo burdeos cubría la cama, y las cortinas del dosel, también de terciopelo, estaban corridas. Aquel dormitorio, con sus sillas, sus mesas y su diván, había sido diseñado para agradar a una huésped femenina.
Por desgracia, el fuego encendido de la chimenea de mármol no lograba calentar el corazón de Lali. ¿Había jugado Peter con ella todo el día, complaciéndola con preguntas sobre su juventud? ¿Qué perverso juego era aquél? ¿Besarla con tan desmedido abandono para apartarla de su vista en cuanto llegaran?
¿Qué había hecho mal? ¿Por qué la despreciaba así?
—Ya está todo, señora —dijo Charity en voz baja—. ¿Quiere que la ayude a acostarse?
Procurando aferrarse a su orgullo, miró a su joven doncella. Los ojos de la muchacha revelaban tristeza. Compasión, incluso. Qué humillante que todos supieran que su marido no la quería.
—Todavía no —respondió, sonriendo amable y fingiendo que el comportamiento de su esposo no la desconcertaba.
Charity frunció aún más el cejo.
—¿Le traigo algo de comer?
—No, gracias. Creo que iré a dar un paseo.
—Pero es de noche.
—Le pediré a Whitney que me busque un candil.
—Antes me ha parecido oír truenos.
—No me pasará nada, Charity. Al igual que mi marido, también yo necesito estar un rato a solas.


 Peter se sentía como un fantasma, deambulando por la casa: abría una puerta, entraba en una habitación, inhalaba con fuerza aquellos aromas familiares, tocaba una reliquia, una estatuilla, una fruslería, buscaba, trataba de hallar lo que había sido suyo. Su hermano le había arrebatado mucho más de lo que creía. No sólo los años que jamás podría recuperar sino también los recuerdos, los momentos pasados en aquella casa, con su familia.
Como es lógico, no había tenido ocasión de asistir al funeral de sus padres. Al día siguiente visitaría el mausoleo familiar. Les presentaría sus respetos. Se concedería el capricho de dedicarle un instante a su dolor. No estaba seguro de haber asimilado aún su muerte. Mientras estaba en Londres, se había hecho a la idea de que ellos se encontraban en Hawthorne House, y ahora de que estaban en Londres.
Tal vez por eso tenía prisa por llegar allí, a la casa. Creía que se reencontraría con ellos. Pero allí no estaban. Aunque los buscara por todo el planeta, jamás volvería a verlos.
Puso fin a su recorrido en el dormitorio que un día le había pertenecido; no estaba preparado para trasladarse al de su padre, pero si John ya se había instalado allí, ¿cómo iba a justificar él su deseo de dormir en su antigua habitación?
Por nostalgia. Así de sencillo. Whitney no le preguntaría nada. Ninguno de los criados lo haría. Después de todo, era el señor de la casa. Sus puestos de trabajo dependían de su discreción frente a la conducta de su amo.
Tenía ya la mano en el pomo cuando oyó el leve golpeteo de unos pies en la escalera. Los peldaños resonaron con una cadencia que le trajo recuerdos, y supo a quién vería aparecer en el descansillo.
Como sospechaba, era Whitney. Algo más lento, algo jadeante, pero con el mismo paso rápido y decidido de siempre.
—Señoría, perdone que lo moleste, pero he creído oportuno comunicarle que la duquesa todavía no ha vuelto.
Peter se pasó los dedos por el pelo, aún sorprendido de encontrárselo tan corto. Luego, ladeó un poco la cabeza como si creyera que eso lo ayudaría a descifrar la afirmación de Whitney.
—Perdona, Whitney. No te entiendo. ¿Volver de dónde?
—La duquesa salió hace más de una hora. Dijo que deseaba dar un paseo.
—¿De noche? —Miró hacia los grandes ventanales que dejaban pasar la luz del sol y de la luna hasta el fondo del pasillo. Vio un rayo y supo que en seguida le seguiría un trueno—. Está lloviendo —dijo, algo desconcertado.
—Sí, señor. No llovía cuando salió la duquesa, pero temo que se haya perdido. Parecía afligida, distraída. Se llevó un candil, pero poco más.
—¿Un candil? Pero si iba a pasear, ¿no hay luz en...? —se interrumpió.
No debía censurar ni manifestar duda alguna sobre el comportamiento de su esposa ante un criado. Ni siquiera ante uno de tanta confianza como Whitney.
—Despierta al servicio. Reúne algunas lámparas y que preparen unos caballos. Tendremos que ir a buscarla.
—Sí, señor.
Peter caminó hasta el final del pasillo y miró por la ventana a la oscuridad. ¿Era él el responsable de la huida de su esposa? ¿Era porque la había evitado y relegado a un dormitorio de la otra ala?
Por supuesto. Debía de sentirse desolada por su falta de atención. ¿Qué esposa querría que le dijeran que no era bienvenida en el ala familiar?
Se había casado con él de buena fe, y él había estado tan preocupado por sus propias necesidades que no había considerado las de ella. Podía ser el duque que ella merecía aunque no pudiera ser el esposo. Podía ser un amigo aunque no fuera un amante.
Bajó a toda prisa la amplia y magnífica escalinata de mármol.
—¡Whitney!
El mayordomo apareció casi en cuanto Peter llegó al vestíbulo. Sostenía un abrigo y ayudó a Peter a ponérselo.
—Haz que lleven las pertenencias de mi esposa al dormitorio de la duquesa.
—¿Al de su madre?
—Mi madre ya no está, Whitney. Hay una nueva duquesa de Killingsworth.
—Sí, señoría. Me encargaré de que trasladen sus cosas inmediatamente. Supongo que usted dormirá en los aposentos de su padre... como siempre.
Estudió el gesto de Whitney, tratando de averiguar si lo cuestionaba o le ofrecía una pista de lo que era normal en aquella casa. ¿Sospechaba que Peter no lo sabía?
No podía sospechar. No era más que...
Estaba cansado, agotado, y no le apetecía analizar la conducta de otros, ni dar a sus palabras más importancia de la que merecían.
—Sí, Whitney. El duque y la duquesa de Killingsworth dormirán en sus respectivos aposentos.
—Muy bien, señoría. Los que lo acompañarán en la búsqueda lo esperan en los establos.
—Gracias, Whitney. —Se volvió hacia la puerta.
—Me alegro de que haya vuelto, señor.
Se detuvo y, sin volver la vista, porque temía que el mayordomo descubriera la verdad en sus ojos, dijo en voz baja:
—Yo también me alegro.


8 comentarios:

  1. Noooo se perdio y llueve....Hay que lindo se preocupa por Lali...sos mala me dejas asi sin mas capitulo jajaja
    Besitos
    Marines
    P.D. no sabes lo que se viene....
    no sabes como me haces sufir con esa frase Natali jajaja

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  2. me encantaa la nove
    nueva lectora! jaja
    maasss ♥

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  3. maaas seguilaaa porfa ya quiero saber a donde fue lali uy ojala piit la encuentre a tiempo antes que sea tarde

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  4. por fa subi dale queremos cap 21 please

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  5. para cuando el cap ? aya ya quiero saber que que pasara con la duquesa lali porfa donde abra ido ojala el duque peter la encuentre pronto y la trate como se merece ya que ella no tiene por que pagar por lo que su hermano hizo la haga sentirse amada y correspondida

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  6. sos mala nos estas dejando con la intriga de que le paso a la duquesa lali ya yo me estoy haciendo la cabeza jaja de solo imaginar lo que podría pasar en el siguiente cap aun que se que no seria como me lo estoy imaginado jeje o tal vez si jajaja

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  7. dale porrrrrrr faaaaa subi queremos cap no nos úedes dejar asiiiiii :(

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