jueves, 11 de julio de 2013

Capitulo 4


Hola chicas sisisi perdon se que tengo media botada la nove pero vengo con maraton aun que tendria que estar estudiando para mi examen no ganas.... bueno chicuelas espero que Comente y que les guste la marton mañana la seguimos besos...





Lali no dudaba de que el duque la apreciaba, pero a menudo le preocupaba que valorara más el dinero y las tierras que obtendría de aquel matrimonio. Su padre era un rico hacendado, propietario de mil seiscientas hectáreas que le proporcionaban abundantes ingresos, tanto como para que la dote de Lali la convirtiera en un buen partido y le permitiera moverse en círculos hasta hacía muy poco cerrados a su familia. Su madre se había encargado de que la aristocracia supiera que su hija mayor aportaba al matrimonio una gran fortuna.
Lali siempre había querido un matrimonio apropiado, pero ahora temía haberse quedado corta en sus aspiraciones. Apropiado sonaba tan aburrido...
No podía negar que se sentía cómoda con el duque, pero no había una gota de pasión entre ellos. Ni de verdadera emoción, ni de maravilla. Había disfrutado más al elegir el vestido que al aceptar su propuesta de matrimonio. Los últimos meses habían sido una vorágine de citas con modistas, papeleros, cocineros y floristas. Apenas había tenido tiempo de respirar, menos aún de darse cuenta de que la idea de pasar el resto de su vida con el duque no le gustaba tanto como los preparativos de la boda. ¿Y si vivía muchos años?
—¿Tú amas a papá? —preguntó.
—Yo tengo en mucha estima a tu padre. Me ha tratado bien todos estos años y, como ya he dicho antes, ésa es la máxima aspiración de cualquier mujer.
—No me parece bastante. Ahora que estoy a punto de casarme, la verdad, no lo creo suficiente.
Hasta entonces, Lali no se había dado cuenta de que la estima no era amor, pero entonces, ¿qué era el amor? Un sentimiento escurridizo que aún no había experimentado. Quería a sus padres, a su hermana, pero no podía decir que hubiera amado a un hombre con el que no mantuviera un vínculo familiar. ¿No necesitaba el amor tiempo para aparecer, para desarrollarse? ¿No debía uno preguntarse cómo iba a sobrevivir si el objeto de su afecto desaparecería?
Su madre dejó escapar un fuerte suspiro, como si estuviera levantando un baúl lleno de problemas.
—Me parece que has leído demasiado a Jane Austen últimamente. Confundes el romance de sus tontas novelas con la realidad del amor en un matrimonio. Las jovencitas no deberíais leer esos libros que os llevan a haceros una idea tan poco realista del noviazgo.
—Admito que adoro al señor Darcy —confesó Diana, llevándose impetuosa la mano al corazón con gesto soñador—. Esa alma atormentada.
—Un hombre demasiado orgulloso —señaló su madre—. Aunque ésa es precisamente la cuestión.
—Disiento. La cuestión es que Elizabeth se enamora locamente de él y él se enamora locamente de ella.
—Bobadas. Una mujer no busca amor. Busca un matrimonio ventajoso, algo que tu hermana ha logrado mucho más allá de mis expectativas. Confiaba en que se casara con un vizconde, y ha atrapado a un duque. Si fueras lista, niña, seguirías su ejemplo.
—Yo no me voy a casar nunca —anunció Diana con absoluta seguridad, dejándose caer en una silla.
Una expresión de horror absoluto se extendió por el rostro de su madre.
—No digas tonterías. Claro que te casarás.
—Ni hablar. ¿Por qué entregarse a un solo hombre? ¿Cómo voy a saber cuál de ellos es con el que debería pasar el resto de mi vida? Cada uno es tan distinto de los otros. Tal vez hoy me apetezca un hombre desenfadado y mañana uno más reflexivo.
—Lo que deberías hacer es preocuparte por encontrar un hombre que acepte a una mujer que ni siquiera sabe lo que quiere.
Lali contenía la risa mientras Diana se esforzaba por aliviar el abatimiento de su hermana. Tenía un concepto asombrosamente festivo de la vida, y disfrutaba irritando a su madre, tan fácil de provocar.
—Vamos, mamá —insistió Diana—. Vivir con el mismo hombre toda la vida es como que te sirvan el mismo plato en todas las comidas. Después de un tiempo, lo aborreces. Aunque antes fuese tu favorito, terminas hartándote de él.
—¡Cielo santo! ¿De dónde sacas todos esos disparates?
—Es que no entiendo cómo una dama puede decidir hoy lo que le apetecerá mañana.
—¡No digas tonterías!
Sin embargo, Lali empezaba a temer que su hermana hubiera dado en el clavo. Ella quería algo distinto de lo que le servían, pero ya le habían preparado la comida. No podía devolver el plato a la cocina sin ofender al cocinero.
—¿Y si después de casarse Lali conoce a un hombre que le gusta mucho más que el duque? —inquirió su hermana—. ¿Qué hará entonces?
—Es un riesgo que se corre al aceptar una oferta de matrimonio, y precisamente por eso no hay que precipitarse.
—Pero ¿qué hará?
—Olvidarse del otro, del hombre con el que no esté casada.
—¿Alguna vez has conocido a alguien que te hiciera desear no haberte casado con papá? —preguntó Diana.
Su madre cerró brevemente los ojos.
—Hijas mías, me vais a matar a disgustos. —Abrió los ojos y les lanzó una intensa mirada—. Vamos a poner fin a esta locura inmediatamente. Mariana se casa con un hombre muy agradable.
Lali no pasó por alto el hecho de que su madre no había respondido a la pregunta que le había hecho su hermana. ¿Habría conocido a alguien después? ¿Qué haría ella en circunstancias similares? Si no estaba enamorada del duque, parecía probable que conociera a algún otro, pero lo descartaría porque jamás podría ser infiel ni a sus votos ni a su marido, lo que significaba que tendría que ser infiel a su corazón.
—Agradable porque es duque —replicó Diana.
—Estás empezando a sacarme de quicio, Diana.
—¿Te entusiasmaría tanto que se casara con él si no lo fuera?
—No entiendo por qué hablamos de esto hoy, en lugar de hace seis meses, cuando el duque la pidió en matrimonio.
—Porque ahora Lali tiene dudas y entonces no.
—Todas las novias tienen dudas el día de su boda. Me atrevería a decir que los novios también. La realidad del momento es inquietante, porque supone dar un gran paso. —Su madre miró a Lali y le sostuvo la mirada—. ¿Tú lo amas?
¿Lo amaba? Le gustaba bastante. Disfrutaba de su compañía, pero había momentos...
—A veces se ausenta —admitió.
—Bueno, es natural, hija mía. No vive en nuestra casa. A partir de hoy, sus ausencias serán menos frecuentes.
—No, no hablo de que no esté en la misma habitación que yo. Me refiero a las veces en que está sentado a mi lado pero parece haberse ido.
—¡Qué enrevesado acertijo! No puede no estar contigo si está a tu lado.
—No sé explicarlo bien, mamá, pero últimamente sus ausencias han ido en aumento, y resultan fastidiosas. Es como si tuviera pensamientos tan absorbentes que lo llevaran muy lejos de mí, luego vuelve a mirarme casi como si se sorprendiera de encontrarme a su lado.
—Por lo que dices, parece como si estuviera distraído.
—Distraído es un calificativo tan bueno como cualquier otro, supongo, aunque no estoy segura de que sea sólo eso.
—Es duque, Victoria. Tiene cuatro propiedades de las que cuidar, y a saber cuántos criados, arrendatarios, preocupaciones... Es perfectamente comprensible que sus responsabilidades lo tengan distraído y parezca que te presta menos atención. Tu padre muchas veces no me hace ni caso. No hay por qué preocuparse.
—Supongo que no, pero aun así...
—Victoria, me estás poniendo nerviosa. Tu padre y yo nos hemos esforzado mucho para que podáis tener una vida mejor que la que hemos tenido nosotros. Mis sueños se han cumplido más allá de mis expectativas. Sé feliz.
¿Y qué pasaba con sus sueños?, quería preguntar Lali. Temía que fuera demasiado tarde para darles cabida. Todo le había parecido tan romántico cuando el duque la había cautivado, pero ahora...
—Te presentarán a la reina —añadió su madre, cambiando de tema, mientras le recolocaba el velo sobre los hombros—. No le pasará inadvertido que te llamas como ella, y cuando os hagáis amigas, algo que sin duda ocurrirá, me invitarán a mí a palacio.
—Mamá, soy plebeya.
—Después de hoy, serás duquesa, cariño. Querrá conocerte. Estoy segura.
Otro de los sueños de su madre: que sus hijas tuvieran el privilegio de ser presentadas a la reina. Lali empezaba a tener la sensación de que su vida consistía en hacer realidad los sueños de su madre en lugar de los suyos.
Volvió a mirarse al espejo y empezó a preguntarse quién era aquella dama que se encontraba de pie delante de ella. ¿La había visto antes? ¿Se conocía de verdad o siempre había sido un reflejo de los deseos de su progenitora?

1 comentario:

  1. (¿Se conocía de verdad o siempre había sido un reflejo de los deseos de su progenitora?) esta parte me sono al programa que sale en D&H Princesitas donde las muchas niñas no quieren concursar y las madres las obligan jajaja me sali del tema Sorry
    Y es normal tener dudas...Pero Lali te casas con Peter, pero cierto lali no sabe...Dale con todo a los Examenes :)
    Besitos Marines

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