lunes, 29 de julio de 2013

Capitulo 21

Hola chicas si perdón se que anduve perdida pero mi compu se averio pero ya esta buena asi que seguimos con la nove Vienvenida vsyasbes Gracias por comentar y espero que te guste.. besos.



 Lali se dio por vencida. Definitivamente, se había perdido.
Iba tan absorta en sus pensamientos que apenas había prestado atención al camino que recorría, o más bien el que no recorría. Ése era el problema. Había abandonado el sendero enlosado y se había adentrado en el bosque, y ahora que los oscuros nubarrones tapaban la luna, ya no sabía volver. Para empeorar las cosas, había estallado una tormenta inesperada que la había calado hasta los huesos, y aquella humedad fría se sumaba a su desgracia.
Estaba rodeada de árboles, y el candil daba tan poca luz que apenas veía un pequeño tramo delante de sí. Apoyó la espalda en un árbol y se deslizó hasta el suelo, sin poder contener las lágrimas. Jamás se había sentido tan abandonada, tan poco deseada, tan desgraciada.
¿Qué había sido del hombre que había reído feliz con ella? Por lo visto, no había llegado a conocer bien a Killingsworth, pero le parecía conocerlo mejor antes de la boda que después. ¿Por qué la había desterrado a un rincón de la casa? Su conducta no tenía sentido.
Aquél iba a ser su viaje de bodas, el momento de intimar, de consumar su matrimonio. Pero en realidad había sido ella quien había iniciado todas las conversaciones, quien había instigado todos los besos. Había divagado sin cesar sobre su vida, sus sueños, su color favorito mientras él se limitaba a mirarla, allí sentado, como si ella fuera un espécimen de laboratorio. Todas las dudas que había tenido el día anterior por la mañana la asaltaban de nuevo, duplicadas, triplicadas. ¿Cómo iba a enamorarse de él si no pasaban tiempo juntos? ¿Cómo iba a conocerlo mejor si él no hacía más que plantearle preguntas pero nunca respondía a las suyas? ¿Y cómo diablos podía ser un buen marido si nunca estaba con ella?
¿Debía aceptar sumisamente el trato que él le daba o recriminárselo?
Su comportamiento era incomprensible, en absoluto lo que podía esperarse de un hombre que la había cortejado. Tampoco le importaba. Probablemente moriría de frío allí mismo, sin llegar a saber cómo sería acostarse con un hombre por el que sentía un gran afecto.

Quería vivir y ser amada, y aunque se decía que el matrimonio con un aristócrata resultaba a menudo decepcionante, había albergado la esperanza de que el suyo sería uno de los pocos envidiables. No quería conformarse con la complacencia. Quería entusiasmo, emoción, pasión.
Oyó el trote lejano de unos caballos por los charcos cada vez más profundos y vio unas luces que bailaban en la oscuridad.

—¡Lali!

Reconoció la voz: la de su marido. No sabía por qué le sorprendía tanto que hubiera ido a buscarla, pero así era. También se sentía aliviada. Tal vez sí le importara un poco, después de todo. Quizá le había dicho la verdad: necesitaba estar algún tiempo solo. Pero qué inoportuno. Inmediatamente después de la boda. Ésos no debían ser momentos en los que uno deseara soledad.

—¡Lali!

Fueran cuales fuesen las razones de su comportamiento anterior, había ido a buscarla, y se lo agradecía. Se levantó como pudo y alzó el candil.

—¡Aquí! ¡Estoy aquí!

Entonces la lluvia cesó tan repentinamente como había empezado, las nubes se abrieron y, a la luz de la luna, pudo ver el perfil de los jinetes. No le costó distinguir a su marido entre ellos. Por su porte. Su aire regio. Nadie lo confundiría jamás con un campesino.

Peter desmontó rápidamente y corrió hacia ella mientras se quitaba el grueso abrigo.

—¿Estás bien?

—Sí, he... he salido a dar un paseo, pero ha empezado a llover y me he perdido.

Él le echó el abrigo por los hombros y luego la abrazó, apretándola contra su cuerpo, y entre el calor de éste y el de la prenda que le había cedido, ella notó cómo el frío iba remitiendo. Su proximidad fuerte y robusta le producía una sensación muy agradable.

—Estaba preocupado —le dijo, inclinando la cabeza y acercándole los labios al oído—. Me has dado un buen susto.
Aunque no había sido ésa su intención, la avergonzó percatarse de que en el fondo se alegraba. Si estaba preocupado era porque le importaba.
—Lo siento. Necesitaba alejarme, para pensar.Peter , ¿qué he hecho mal? ¿Por qué ya no me quieres?

Lali notó que la abrazaba con más fuerza, casi aprisionándola.

—Sí te quiero —respondió él con voz áspera—, pero si no tengo cuidado, te haré daño.

—No soy tan delicada que no puedas tocarme.

Oyó un leve gruñido, pero no era de un animal del bosque; le pareció que procedía de su marido.

—Más vale que volvamos a casa para que te seques —dijo, apartándose.

La levantó en brazos, se acercó a su caballo y, con la ayuda de otro hombre, la subió a la silla y montó a su espalda. Luego la rodeó con los brazos para coger las riendas. Cuando el animal se puso en marcha, ella se sorprendió apoyándose enPeter .

—He pedido que trasladen tus cosas al ala familiar —dijo, solemne—, al dormitorio que hay junto al mío.
—Pero tú no quieres que esté allí.
—Es donde debes estar. Estaba equivocado al creer lo contrario.
—Sé que no me amas,Peter , pero siempre he pensado que al menos te gustaba, que te interesaba algo más que mi dote.
—Ya hablaremos cuando estemos en casa y dejen de castañetearte los dientes.
Su voz denotaba cierto tono de reproche que también le agradeció. Mientras demostrara algún tipo de emoción, no todo estaba perdido.
El dormitorio era magnífico. El que correspondía a la señora de la casa. El fuego ardía en el hogar. Tras una cortina de seda, en una bañera de cobre, le habían preparado un baño caliente.

Su marido la había subido en brazos por la amplia escalera como si no pesara nada y, aunque ella había protestado débilmente diciendo que podía caminar, había disfrutado del traslado, acurrucada contra él.
Peter la había depositado en la cama, las ropas mojadas a modo de imán entre ellos, cada uno empapándose del calor del otro. Dejando tras de sí un aroma a lluvia,Peter  había salido después por la puerta del lado opuesto de la habitación, una puerta que sin duda conducía al vestidor, y de ahí a su dormitorio. Lo había oído llamar a Witherspoon justo antes de cerrarla con firmeza a sus espaldas. Mientras su doncella la preparaba, su ayuda de cámara lo preparaba a él. Quizá pronto descubriría si su madre había juzgado con acierto la virilidad del duque, sabría si era rápido o lento. Y, aunque para su progenitura la rapidez era preferible, Lali no podía evitar pensar que la calma resultaría más agradable. Podría disfrutarlo más, como el baño.
Mientras su cuerpo se deleitaba con el agua caliente, pensó en lo agradable que había sido despertar en sus brazos esa mañana. Se preguntó si se quedaría con ella después de que hicieran el amor, si podría volver a quedarse dormida en esos mismos brazos.
Habría podido quedarse sumergida en el agua caliente toda la noche (después de la fría humedad de la tormenta que la había sorprendido, aquel baño le estaba sentando estupendamente), pero sabía que su marido pronto se reuniría con ella, y quería estar preparada. Se sentó delante del tocador donde ya le habían preparado el cepillo, el peine y el espejo de plata. Charity le desenredó el pelo y se lo secó con una toalla suave. Luego la ayudó a ponerse un camisón rosa que transparentaba sus curvas y dejaba poco a la imaginación. Lali se metió en la cama y se tapó hasta la barbilla; después, lo pensó mejor y se descubrió hasta el pecho. No quería parecer demasiado libertina, pero tampoco que su marido pensara que temía su visita.
Cuando llamaron a la puerta, lo único que Lali pudo pensar fue que el momento que tanto esperaba y tanto la aterraba había llegado por fin. Y volvió a parecerle demasiado pronto, sintió que aún no estaba preparada del todo.
Se quedó mirándose los puños apretados mientras Charity abría la puerta. La oyó murmurar algo antes de salir de la habitación y cerrar la puerta; luego oyó acercarse a su marido, su paso mucho más firme que el de los criados.

—¿Cómo te encuentras? —le preguntó en el mismo tono de disculpa que había empleado en el bosque.
Ella levantó la mirada y la sorprendió encontrarlo completamente vestido, y no con un camisón, como había esperado, sino con pantalones y camisa, allí de pie, ¡con una taza en la mano! Una taza y un platito. Nada de vino ni champán para celebrar su inminente unión y tranquilizarla, sino algo en una taza.
—Te he traído un poco de chocolate caliente —dijo, y a Lali le pareció que se sonrojaba al decirlo—. He pensado que te ayudaría a dormir.
—Ah. —Se incorporó con cuidado, procurando no destaparse. Cuando terminó de contorsionarse, él le entregó la taza y el plato.
—¿Puedo? —inquirió, señalando una silla con la cabeza.
Ella asintió y tomó un sorbo de chocolate. Le supo a gloria y le pareció un detalle muy acertado, porque se dio cuenta de que la relajaba más de lo que lo habrían hecho el vino o el champán.
Peter se acercó la silla, se sentó y se inclinó hacia adelante, con los codos apoyados en las rodillas, las manos entrelazadas y la mirada alicaída.
—Debo disculparme por lo de antes —dijo, mirándola—. Por enviarte a la otra ala. Soy consciente de que mi comportamiento puede haberte hecho sentir... no deseada... y quizá haya sido el causante de tu incursión en el bosque.
—Iba distraída, pensando en esto y aquello, sin prestar mucha atención a dónde me llevaban mis pies —repuso ella en seguida para tranquilizarlo.
Él esbozó una sonrisa.
—Sí, pero si me hubiera asegurado de que te sentías bienvenida aquí, tal vez no te habría apetecido alejarte tanto.
Lali posó el plato y la taza en su regazo y lo estudió mientras trataba de decidir si debía preguntarle por qué no había procurado que se sintiera más a gusto, por qué iba completamente vestido, por qué le había traído chocolate caliente en lugar de vino o champán.
—Éste era el dormitorio de mi madre —explicó, solemne—. No estaba seguro de querer que lo ocupara otra persona...
—Seis meses,Peter . No quisiera parecer una arpía, pero has tenido seis meses para hacerte a la idea.
—Mi madre y yo estábamos muy unidos, y cuando llegó su hora...
—No pretendo ocupar su lugar.
—No he querido decir eso. Sólo trataba de explicarte mi reacción cuando llegamos.
—Puedo trasladarme a otra habitación. Hemos pasado por lo menos por media docena de puertas de camino a ésta, y a mí no me importa...
—No —levantó la mano para interrumpirla, luego se llevó un dedo a los labios y frunció el cejo como si concediera mucha importancia a las palabras que estaba a punto de pronunciar—. Cuando te tomé por esposa, te convertiste en duquesa de Killingsworth, y éste es el dormitorio de la duquesa, no el de mi madre. Lo que quiero decir es que todas las duquesas han dormido aquí. Mi madre lo ocupó por duquesa, no por madre. Fue un error no traerte aquí, y te pido disculpas.
—Me parece que te has disculpado más conmigo desde que nos casamos que en todo nuestro noviazgo.
Peter sonrió ligeramente.
—Seguro que sí. Los dos últimos días han sido... extraordinarios. Por eso estoy incomprensiblemente agotado, demasiado cansado como para ser un esposo atento esta noche.
—Ah. —Lali recorrió con el dedo el borde de la taza—. Entonces hoy duermo sola.
—Sí. No creo que la unión de unos esposos deba precipitarse.
Ella lo miró de reojo y esta vez no le cupo duda: se había ruborizado.
—Buenas noches, duquesa —se despidió, levantándose de repente.
—¿Peter?
En su afán por alejarse de ella cuanto antes, ya había dado algunos pasos hacia la puerta, pero se volvió despacio para mirarla.
—¿Sí?
—¿Me quieres?
Él cerró los ojos despacio y suspiró.
—Te aprecio. Jamás te haría daño.
—Si no hubiera tenido una dote sustanciosa, ¿te habrías casado conmigo?
Peter abrió los ojos, dio un paso hacia la cama y se agarró al poste cuadrangular.
—Creo que me habría casado contigo aunque no hubieras tenido dote.
—¿Qué es lo que más te gusta de mí?
Frunció el cejo y ladeó la cabeza.
—¿Me pides que elija una sola cosa?
Ella asintió con la cabeza.
—Me duele admitirlo, pero no estoy segura del lugar que ocupo en tu vida. Siempre pareces tener prisa por escapar de mí, incluso cuando todo va bien y yo...
—Tu sonrisa —la interrumpió antes de que pudiera finalizar su desvarío.
¿Su sonrisa? Meneó la cabeza, asombrada.
—Pero una sonrisa es tan intrascendente...
—Disiento. Contemplar la tuya es un placer. Se te forma un hoyuelo diminuto en la mejilla derecha que te hace parecer pícara y misteriosa al mismo tiempo. Seductora. Y tierna. Tu sonrisa es como un arco iris del revés; tus ojos los pozos de oro de cada extremo.
—No sabía de tus dotes poéticas.
—Los presos de Pentonville de los que hablábamos ayer no ven nunca una sonrisa.
—Con esos capuchones, dudo que tampoco vean un cejo fruncido.
Esperaba que su comentario despreocupado lo hiciera reír, pero al parecer no surtió ese efecto, porque siguió muy serio.
—La sonrisa es algo mágico, Lali. Ilumina el corazón. Hasta una sonrisa fugaz puede alegrar. Imagina que nunca nadie te sonriera. Hace poco que he empezado a apreciar su poder... desde que me ofreciste la tuya.
El elogio la abrumó.
—No sé qué decir. Mi sonrisa siempre me ha parecido muy corriente.
—Ninguna sonrisa es corriente, pero la tuya es excepcional. Sé que nos aconsejan que no sonriamos cuando nos hacen un retrato, pero me gustaría mucho que rompieras la tradición, que fueras la primera duquesa de Killingsworth que sonríe para su retrato, y que me hagan una miniatura para llevarla siempre conmigo.
—Se tarda tanto en pintar un retrato que estoy convencida de que me dolerá la mandíbula, pero lo aguantaré por ti.
—Esa misma sonrisa. Ésa es la que quiero llevar siempre conmigo.
Ella ni siquiera se había dado cuenta de que sonreía.
—¿Me sonreirás tú?
—Tengo poca práctica, pero veré qué puedo hacer. Que duermas bien.
Fue una despedida más amable que la anterior, y lo dejó ir. Se acurrucó bajo las sábanas mientras bebía el chocolate tibio. Desconocía por completo algunas facetas de su marido. ¿Quién habría dicho que concedería tanta importancia a una sonrisa? Y que siguiera preocupándose tanto por aquellos desafortunados presos.

¿Con quién se había casado?

 

4 comentarios:

  1. Hay la salvo su principe...que lindos <3
    (Su sonrisa)mas tierno <3
    muy lindo capitulo :)
    Besitos
    Marines

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  2. me re encnto espero el próximo jeje pobre lali estaba tod ilucinada pero bueno por lo menos quedaron bien ojala pitt no la hag esperar mucho para consumar su noche d bodas jaja ojala poco apoc se enamore de ella ya que se lo merece ambos jeje por lo menos dio el 1er paso dándole su lugar ahora ay que ver que pasa mas adelante

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  3. haaa ya quiero q se entere de tooodooo
    jajaja
    maass ♥

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  4. seguila porfa que suerte que la encontró bien y no le paso nada pobre la pensaba que iba ser su noche pero no que bajon bueno por lo menos quedaron bien y pitt le di el lugar que corresponde espero que ahora en mas disfrute de su libertad que ppor si solo se dio jaja y de paso que disfrute de su esposa y la haga feliz y que cuando sea el momento y lo sienta asi le diga la verdad pero como ira a reaccionar y a tomarlo lali cuando se entere en todo caso el debería dars una oportunidad y tratar de ser feliz y quien quita darle una oportunidad a ella y al amor mas que todo

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