Hola chicas les subo para recompensarle los Capitulos que no subí en estos días Domingo, Lunes, Martes.
—No de mí
—aclaró él en voz baja. —El recuerdo más antiguo de toda tu vida, antes de
conocerme.
—Madre mía.
—Cerró los ojos, pensó un instante y luego volvió a abrirlos. —Yo creo que mi
padre, vestido de gris, arrodillado delante de mí, diciéndome que me quería,
prometiéndome que volvería a casa. Fue una promesa que no pudo cumplir. —Y la
joven se dio cuenta de que en su vida había un montón de promesas rotas.
—Si no calculo
mal, tenías sólo cuatro años.
Ella asintió
con la cabeza, aunque Peter probablemente no podía distinguir sus movimientos
en la penumbra.
—Más o menos.
No recuerdo cuánto tiempo llevábamos en guerra cuando se marchó al frente.
—Yo era un
poco mayor cuando mi madre me sacó de aquí y en cambio no tengo absolutamente
ningún recuerdo de eso. No me acuerdo de haberme despedido de nadie. No
recuerdo abrazos ni lágrimas, ni si estaba asustado o emocionado. No sé si
pensé que emprendíamos alguna aventura. Mi memoria empieza en Nueva York.
—¿Y si
cometieron un error, Peter? ¿Y si tú no eres Sachse?
—¿Has estado
alguna vez en la residencia Sachse de Londres? —preguntó él, aparentemente sin
interés en responder a su pregunta.
¿Acaso era
como los otros hombres que había conocido, tan enamorados de su título que no
querían contemplar la posibilidad de que no fuera suyo, que no querían ni
pensar en renunciar a él? La decepcionó su escasa disposición a contar con la
probabilidad de que el título no le correspondiera.
—La he visto
por fuera, pero nunca he entrado —admitió al fin. —No recuerdo que lady Sachse
diera ningún baile y, si alguna vez organizó una cena, a mí no me invitaron.
Peter se
incorporó de repente.
—Quiero
enseñarte algo, pero está en la casa.
—Peter...
—Sé que no es
decente que vayas a casa de un caballero sin carabina, pero lo que estamos
haciendo aquí tampoco es muy decente que digamos. El único que estará despierto
a esta hora de la noche es el mayordomo, y Matthews no se lo va a decir a
nadie. En el tiempo que llevo aquí, he descubierto que el servicio es de lo más
discreto.
—Salvo que
alguien les gratifique generosamente —le recordó ella.
—No se
enterará nadie, Lali. Ven conmigo.
—Es más de
medianoche —objetó ella, no del todo cómoda con la idea de meterse en su casa
tan tarde, aunque fuera una tontería. No pasaría nada en la mansión que no
pudiera pasar también junto al río.
—No te
entretendré mucho —dijo él. —Estarás de vuelta en casa antes de que salga el
sol, y nadie se dará cuenta de que te has ido.
Su curiosidad
era mayor que su vacilación. Además, todavía no estaba preparada para renunciar
a la compañía de Peter.
—De acuerdo.
Lauren miró fijamente el
retrato del último conde de Sachse. Después, desvió la mirada hacia el hombre
que tenía de pie a su lado. El parecido era extraordinario.
—Tú tienes una
mirada más amable.
Peter echó un
vistazo por encima del hombro a la imponente imagen de su padre. Aunque no
hubiera sido el retrato más grande de los que colgaban de la pared, habría
llamado la atención de todas formas.
—Era un diablo
muy bien parecido —admitió Peter.
—Del tal
palo... —dijo ella, riéndose.
—Cielo santo,
espero que no.-La risa de la muchacha se extinguió al reconocer el peso del
legado de su padre reflejado en los ojos sombríos de Peter. El se apartó de la
pared, cruzó los brazos sobre su pecho poderoso y se apoyó en la barandilla del
balcón. Se había quitado el guardapolvo cuando habían llegado, y ella pudo
verle los brazos musculados por el duro trabajo. Aunque a casi todos los
caballeros les hacían la ropa a medida, Lali sospechaba que el sastre de Peter
lo consideraría un reto; probablemente nunca le habrían pedido que vistiera a
un espécimen humano tan extraordinario.
—Sólo llevo en
Londres unos días —dijo él logrando que Lali dejara de mirarle los músculos
para centrarse en la gravedad de su gesto. —He visitado un club de caballeros,
a mi abogado, a un administrador, al director del banco y a tu familia, —Sin
dejar de mirarla, meneó la cabeza. —Ni una sola de las personas a las que he
visto lamenta la defunción de mi padre. Su nombre no suscita nunca palabras
amables. Me ocurrió lo mismo cuando estuve en la finca de mi familia. Todos me
miran como si esperaran de mí un golpe mortal. Esta tarde, en el salón de tu
casa, ha sido la primera vez que me he sentido más o menos bienvenido por
alguien con quien no estuviera emparentado. El único familiar al que he
conocido es Archibald Lanzani. Es un caballero refinado, pero su sangre está lo
bastante desligada de la de mi padre como para que no se analice con recelo
todo lo que hace.
—Peter, estoy
segura de que has malinterpretado la reacción de la gente.
—¿Sabes por
qué soy tan rico?
Le hizo
aquella pregunta sin presunción, como si la magnitud de su riqueza no fuera más
que un dato frío y objetivo. Aun así, a ella le pareció una pregunta rara. ¿Qué
demonios tenía que ver una cosa con la otra? Lali negó con la cabeza, se encogió un poco de
hombros en señal de impotencia y respondió con lo más obvio:
—Por la cría y
la venta de ganado. —¿A cuánto se vendía la ternera?
Él le dedicó
una breve sonrisa que revelaba lo ingenua e inocente que la creía.
—Si fuera tan
fácil, todos los texanos serían ricos.
—Pues ¿cuál
era tu secreto?
—Puedo juzgar
acertadamente la honradez, la Habilidad y la responsabilidad de un hombre con
sólo mirarlo. Puedo cerrar un trato con únicamente un apretón de manos, con la
confianza de que no me traicionarán y la certeza de que ellos sienten lo mismo
a la inversa. Puedo mirar a un hombre a los ojos y saber lo que opina de mí.
Cuando mi mirada se cruza con la de las personas de esta ciudad, veo que se
preguntan si realmente mi padre y yo nos parecemos.
Peter yo te acompaño...jajaja
ResponderEliminarHay me encanta que estén juntos
Besitos
Marines