lunes, 2 de septiembre de 2013

Capitulo 39

Bueno chicas la terminamos por hoy mañana la sigo, quizas mañana o el miercoles la terminamos eso depende de sus comentarios comenten chicas besos

—Nunca he entendido por qué los hombres creen que somos demasiado delicadas como para fumar puros, beber whisky y atizarle a una bolita —le susurró Eleanor a Lali.
Estaban sentadas en un rincón de la sala de billar, viendo cómo los hombres fumaban, bebían y empuñaban los tacos. Por lo visto, necesitaban silencio para jugar, aunque su conversación y sus risas no parecían perturbarles. A las damas se les había permitido la entrada en lo que Weddington denominaba el dominio del hombre porque Eleanor había insistido. Lali no pudo evitar preguntarse si también Peter sería algún día tan condescendiente con sus deseos.
—¿Cómo conociste a Peter? —preguntó Eleanor, cambiando de tema por completo.
—En el primer baile de la última Temporada. Fue el primer duque que me sacó a bailar. Yo estaba entusiasmada.
—¿Por su título?
Lali percibió cierto tono de censura en la voz de Eleanor, pero lo entendió. Ella estaba tan enamorada de su marido que probablemente esperaba que todas las mujeres buscaran en un hombre algo más que un título.
—Sólo al principio —admitió Lali—. Pero era tan atento y agradable que me conquistó por completo.
—¿Y si no fuera duque?
—Seguiría apreciándolo.
—¿«Apreciándolo»?
Eleanor había saltado ante la expresión como un gato a por una mosca.
—¿Querías a Weddington antes de casarte con él? —inquirió Lali en lugar de responder a la pregunta de Eleanor.
—Por supuesto.
—No sé cómo puede enamorarse alguien con un noviazgo convencional.
—Supongo que el mío fue de lo menos convencional. Así ¿sólo aprecias a Peter?
Lali notó que el rubor le cubría las mejillas. No estaba segura de si debía contarle a aquella mujer lo que ni siquiera le había confesado aún a su marido.
—Tengo la sensación de que no he podido conocerlo de verdad hasta que nos casamos.
—Y te has encariñado con él —terminó Eleanor por ella.
Lali asintió con la cabeza; Eleanor sonrió.
—Me alegro de que tu afecto haya crecido desde la boda.
—¿Por qué?
—Porque el hombre casado suele ser bastante distinto del hombre que corteja. La repentina constatación de esa diferencia puede resultar muy decepcionante. Conozco a muchas mujeres que desearían que sus pretendientes no se hubieran convertido nunca en sus maridos.
Los labios de Lali dibujaron una amplia sonrisa.
—Con Peter me ha sucedido justo al contrario. Lo prefiero como marido.
—Por cómo te mira, yo diría que es bastante obvio que te adora —le susurró Eleanor.
Lali miró a los hombres. Su amistad era evidente. Aunque Weddington le parecía guapo, no podía negar que encontraba mucho más guapo a su marido. Se había quitado la chaqueta, se había desabotonado un poco la camisa y se la había arremangado, como si eso le facilitara la concentración. Le gustaba verlo concentrarse en la bola justo antes de darle y su sonrisa de satisfacción cuando ésta aterrizaba en una tronera; y cómo gruñía y exhibía su resignada desilusión si fallaba...
Era sencillamente maravilloso.
—Y creo que las tormentas se prestan bien al romance —dijo Eleanor en voz baja.
Sorprendida por esa revelación, Lali se volvió hacia ella.
—Tu marido ha dicho que te dan miedo las tormentas.
Eleanor arrugó la nariz.
—Un poco. Pero mi temor tiene su propósito. Los hombres son bastante ignorantes en lo que respecta al romance. No estoy segura de por qué, pero cuesta un poco educarlos... casi como adiestrar a un perro.
A Lali se le abrieron los ojos como platos.
—¿Estás comparando a tu marido con una mascota?
—Claro que no. Sólo digo que a los hombres a veces hay que orientarlos hacia el romance para que crean que todo ha sido idea suya. He descubierto que las tormentas son el mejor momento para abrazarse.
—¿Sólo para abrazarse?
Eleanor asintió entusiasta.
—Se le resta importancia a las cosas pequeñas: abrazarse en un día de tormenta, besarse hasta el agotamiento, hablar en la oscuridad de sueños y planes, y acurrucarse para alivio del corazón. Los hombres son bastante estúpidos en lo que respecta a las mujeres. A nosotras nos corresponde inculcarles que el cortejo no termina cuando se intercambian los votos nupciales.
»Como ahora. Los hombres piensan que deben escabullirse para disfrutar de sus puros y de su whisky, porque es algo que ofende nuestra sensibilidad. Pero a mí me encanta ver a mi Weddy saborear su puro y su copa, y confieso que en alguna ocasión he disfrutado con él de sus caprichos.
—¡No me digas!
—Como lo oyes. La vida hay que vivirla. Y, con Weddy, apetece hacerlo.
—Eres muy afortunada, Eleanor.
—No creo en la suerte. Pienso que somos responsables de nuestra propia felicidad. En este mismo instante, yo podría estar en otra parte de la casa. Sola. Pero prefiero no hacerlo. Prefiero estar donde esté él. Y lo maravilloso de eso, Lali, es que hay ocasiones en que es él quien decide estar donde yo estoy. Por eso me encanta ser su esposa. Por eso lo quiero.
Lali se dio cuenta de que las bolas ya no chocaban en la mesa.
—Te falta práctica —comentó Weddington mientras él y Peter se acercaban a ellas despacio.
—Sin la menor duda —respondió Peter.
—¿Has ganado, Weddy? —inquirió Eleanor.
—Claro, princesa.
Peter miró a su esposa, se encogió de hombros y sonrió, como si pensara que ella podía avergonzarse de su falta de pericia. Lali sintió la necesidad de consolarlo.
—No me sorprende que hayas ganado, Weddington. Tienes la mesa en casa. Seguro que practicas constantemente.
—Siempre que puedo.
—¿Qué hacemos ahora? —quiso saber Eleanor—. ¿Jugamos a las charadas?
—Estaba pensando que podíamos ir a la casa de baños —propuso Weddington.
—No lo creo.
—¿La casa de baños? —repitió Lali.
—Un lugar horrendo. Una tinaja enorme de agua helada —explicó Eleanor.
—Es sano sumergirse en ella —repuso Weddington—. Mis antepasados lo han hecho durante generaciones. Además, para Peter y para mí es un ritual. Cuando viene de visita, siempre vamos al menos una vez.
—Pero ¿esta noche, Weddy? Está lloviendo.
—¿Y? Nos vamos a mojar igual.
—Pues mojaros sin nosotras.
—Si insistes. —Hizo una pequeña reverencia—. Señoras, os vemos dentro de un rato.
Peter miró a Lali.
—¿Te importa que vayamos?
—No. Diviértete con tu amigo.
—A lo mejor tardamos un poco. No hace falta que me esperes levantada.
—De acuerdo. Te veo mañana.
Cuando se inclinó para darle un beso fugaz en la mejilla, lo notó algo violento.
—Que duermas bien.
Al verlos salir de la habitación, no pudo explicar el anhelo punzante que de pronto le atravesó el pecho.
—¿Te has dado un chapuzón alguna vez? —preguntó Lali.
—Una —respondió Eleanor, ruborizada—. Weddy me calentó después, y estuvo bien, pero eso no podemos hacerlo cuando hay invitados, ¿verdad?
—Supongo que no. Me pregunto qué les atrae de zambullirse en agua fría.
—No tengo la menor idea.

6 comentarios:

  1. awww lo ama estoy 100% segura, aaaa se hubieran ido a dar el chapuzon yo no me quedaria jajajja no metira pero Lali hubieras ido he dicho
    Besitos
    Marines

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    1. una cosita chicas comenten, si comentan hay mas capitulos y mas emociones piénsenlo :)
      Marines

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  2. Creo que Marines ya te dijo pero te agradecería que me avises cuando subes!!!!
    @ROCHI16TA

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