miércoles, 25 de septiembre de 2013

Capitulo 56



Estaba sentada en un campo, rodeada de matas de frambuesa en flor, y las flores diminutas la llamaban. Su marido, tendido a su lado, con la cabera apoyada en su regazo, arrancó una flor sin zarzas espinosas y se la entregó. Mientras la flor descansaba en la palma de su mano, la vio transformarse milagrosamente en una frambuesa. Luego la puso en los labios del hombre al que amaba...
Lali se esforzó por salir de la oscuridad, su cuerpo dolorido como si la hubieran arrojado desde un precipicio. Se volvió un poco; el dolor le atravesó el costado. Gimió.
—Chis, ahora descansa.
Notó que unos dedos le apartaban el pelo de la frente. Al abrir los ojos, vio a aquel mismo hombre sentado junto a su cama. Sus ojos reflejaban tanto amor y tanta preocupación por ella que pensó que aunque le pusieran delante una fila de cien hombres idénticos a él podría distinguirlo de todos los demás.
Había estado allí cada vez que ella había abierto los ojos, le había dedicado una sonrisa tranquilizadora, le había humedecido la frente, le había dado unas cucharadas de caldo y le había pedido que se pusiera buena pronto, como si dependiera de ella.
—¿Peter?
—Chis —le dijo una vez más, tomándole la mano y dándole un beso en los dedos—. Te ha pasado algo horrible. Tienes que descansar.
Él tampoco tenía buen aspecto, y no podía imaginar que lo suyo hubiera sido peor. Barba de varios días, el pelo despeinado, los ojos enrojecidos, el cuello de la camisa desabotonado.
—Sé cómo demostrar que tú eres Peter —susurró ella.
—Cielo santo, Lali, has estado a punto de morir. ¿De verdad crees que me preocupa el maldito ducado? —inquirió él, con la voz áspera de emoción—. ¿Más de lo que me preocupas tú?
Pudo ver lágrimas en sus ojos, que él se esforzaba por contener. Le temblaba la mano cuando se la puso en la mejilla.
—He pasado ocho años solo, pero cuando he creído que iba a perderte, que jamás volvería a ver tu sonrisa o ese hoyuelo diminuto, que nunca más oiría tu risa... «soledad» no es palabra suficiente para describir el sentimiento que me ha invadido. Una desesperación tan intensa que renunciaría a todo, a mis títulos, a mis propiedades, a mi nombre, por abrazarte un instante más. Tan sólo un instante.
Las lágrimas le quemaban los ojos, y deseó tener fuerzas para abrazarlo.
—No podría vivir sin ti. —Desvió la mirada, y ella detectó el movimiento trabajoso de los músculos de su cuello mientras intentaba recuperar el control de sus emociones.
Cuando volvió a mirarla, la sorprendió la furia que llenaba sus ojos.
—Y como vuelvas a ponerte en peligro... ¿en qué pensabas para cubrirme de ese modo?
Le cogió la mano con la que él aún le acariciaba la mejilla.
—En que yo tampoco podría vivir sin ti.
Peter soltó un sollozo que parecía venir de lo más profundo de su alma. Apoyó la cabeza en su pecho y ella le acarició el pelo.
—No quiero perderte nunca —dijo él.

Ella quería decirle que eso no ocurriría, que había encontrado una solución, pero empezó a sentirse cansada, los párpados le pesaban. Necesitaba decirle cómo demostrar quién era. Justo antes de quedarse traspuesta, susurró: «Frambuesas...».

1 comentario:

  1. ufff no se murio que alivio
    hay que lindos el amor debe triunfrar <3 <3
    Besitos
    Marines

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