Bueno Lokillas hasta aqui la dejamos si les gusta COMENTEN porque mañana sigo maraton pero ustedes deben de decirme cuantos cap, Aparte quiero 10 comentarios si son anonimos pongan su nombre... besos nos estamos leyendo!
Estaba tan furioso que no
podía estarlo más. Furioso consigo mismo por perder el control, con Whithaven
por atreverse a retarlo, con Lali por interesarse por otro hombre, aunque ese
interés ya no existiera.
Furioso por haber salido de
allí como un huracán. Furioso con Lali por no seguirlo; no se lo había pedido,
pero, esperaba que lo hiciera. Furioso por ser civilizado sólo en apariencia y
dejar que una superficie lustrosa ocultara su madera podrida. Deseó que nunca
hubieran ido a Texas a buscarlo, que la sangre de su padre no corriera por sus
venas. Estaba furioso sobre todo por eso. Por no poder ser el hombre en el que
se había convertido. Se sentó en una pesada silla de brocado de la salita de su
dormitorio, con el fuego encendido, porque no conseguía acostumbrarse al fresco
de las noches ni al frío de la casa. Ni siquiera el whisky que estaba bebiendo
directamente de la botella lo hacía entrar en calor.
Oyó que la
puerta se abría y se volvía a cerrar. Maldito asistente. Aquel hombre debía de
creerse a cargo de algo j más que de la ropa de Peter.
—¿No te he
dicho que podías acostarte, que esta noche ya me desnudo yo solo?
—No recuerdo
que me lo hayas dicho.
Lali.
El se levantó
tan de prisa de la silla y se volvió tan rápido, que la cabeza empezó a darle
vueltas, y por un momento creyó que iba a vomitar el whisky que se había
bebido.
Allí de pie,
en la entrada de la habitación estaba día, con un vestido sencillo, sin un solo
volante, cinta o lazo. Algo que podía haberse puesto sin ayuda, como el de la
primera noche, cuando habían bajado juntos al río. Llevaba el pelo recogido en
un moño, y Peter se maldijo por desear vérselo suelto, desparramado sobre los
hombros, cayéndole por la espalda. En lo tocante a ella, no sabía si sería
capaz de contenerse mucho.
No logró
quitarle los ojos de encima mientras recorría la escasa distancia que los
separaba, rodeando una mesa pequeña hasta situarse a su lado, donde nada se
interponía entre ellos salvo sus recuerdos.
Sus ojos
reflejaban una tristeza que lo hizo querer abrazarla y consolarla, asegurarle
que todo iba a salir bien. Pero nunca había sido de los que hacen promesas que
no pueden cumplir.
—He venido a
saldar la deuda que tengo contigo —dijo Lali en voz baja.
El estómago se
le encogió de tal forma que casi se cayó de rodillas. Aquellas palabras eran lo
último que esperaba escuchar.
—Y, una vez
saldada mi deuda, quiero que me liberes del trato que hemos hecho.
No podía
reprocharle esa petición. Sin duda su comportamiento de esa noche la había
avergonzado. Asintió con la cabeza.
—De acuerdo.
—¿Recuerdas
las condiciones de la deuda, Peter? ¿La parte que te atañe?
El tragó
saliva.
—Mirar pero no
tocar.
—Quiero que me
prometas que lo cumplirás.
¿Que se lo
prometiera? ¿Que no iba a tocar lo que tanto anhelaba tener? ¿Que iba a
alejarse de lo que ansiaba reclamar? ¿Sabía lo que le estaba pidiendo y lo que
le costaría cumplido?
Le temblaban
ya tanto las manos que pensó que no le responderían en toda la noche.
—No te tocaré,
pero tendrás que desabrocharte tú.
Ella asintió
enérgicamente con la cabeza.
—Y con esa
pequeña variación de nuestro acuerdo, ¿considerarás completamente saldada la
deuda?
Peter movió la
cabeza afirmativamente y retrocedió un paso.
—Págame, Lali.
Que le pagara
para poder librarla de ambos tratos. Que le pagara y él le compraría el pasaje
de vuelta a Texas al día siguiente. Que le pagara y no tendría que pasar ni un
solo minuto más con aquel salvaje que no sabía comportarse debidamente en un
salón de baile, que había actuado como si estuviera en la taberna de un pueblo
de Texas. No la merecía. Nunca la había merecido. Quería que se marchara lo más
lejos que sus piernas pudieran llevarla.
Ella miró al
suelo, se humedeció los labios, respiró hondo...
Y se quedó
allí, de píe, inmóvil.
—No
consideraré saldada la deuda hasta que te desabroches los botones —dijo él.
—¿Cuántos?
—Todos hasta
la cintura.
Le pareció
verla estremecerse, notó que las mejillas se le ponían como las fresas en
verano, pensó en dar la deuda por saldada en aquel mismo instante, pero cuando
ésta ya no se interpusiera entre los dos, no les quedaría nada.
—Vamos...
—¡No me metas
prisa! Nunca he hecho nada así.
Sabía que estaba
mal que aquella chispa de furia lo complaciera tanto. Pero así era. Lali sabía
hacerle frente, replicarle. Merecía a un hombre que le diera lo mejor, y ése no
era él.
—¿Nunca te has
desabrochado el corpiño? —inquirió.
—Delante de un
hombre, no.
—Es lo mismo.
—No es lo
mismo. Claro que no. ¿Cómo te sentirías tú si yo insistiera en que te
desabrocharas los pantalones?
No pudo evitar
que una sonrisa lenta le iluminara el rostro.
—No tendría
inconveniente en complacerte, si eso te hiciera sentir más cómoda.
—Siempre me
estás corrompiendo, Peter —le dijo ella con una sonrisa ladeada.
—Como sigas
mofándote de mí, voy a tener que desabrochártelo yo.
—No me metas
prisa, te digo.
—¿Que no te
meta prisa? Cielo santo, mujer, ¡si llevo diez años esperando! ¡Hazlo ya!
Antes de que
perdiera la poca paciencia que le quedaba. La impaciencia lo abandonó en cuanto
ella subió las manos hasta el primer botón, justo debajo de la garganta, y vio
lo mucho que le temblaba, casi tanto como a él si tuviera que hacer lo mismo.
Que no no no por que me dejas así...Dios necesito saber si se atreverá o si se ira...Nooo Lali no te vallas Lo prohibo jajaja Natali me dejaste con mucha intriga
ResponderEliminarBesitos
Marines
Upss súper la maratón estuve GENIAL <3
EliminarMarines