lunes, 17 de junio de 2013

Capitulo 49





Dicen que se enamoraron de niños, en Texas.
—Yo he oído que él le escribió una carta todos los días de todos los años que estuvieron separados.
—A mí me parece increíblemente romántico.
—¿Os habéis fijado en cómo la mira? No le quita los ojos de encima.
—Me encantaría que un caballero me mirara con esa intensidad.
—No la mira precisamente como un caballero. Más bien es como si albergara pensamientos salvajes.
—¡Qué suerte tengo! —señaló Lali.
Las tres damas se volvieron de golpe, boquiabiertas, con los ojos como platos. Era raro verlas sin lady Blythe, pero sus padres se la habían llevado al campo, avergonzados por su inapropiado comportamiento durante el baile de los Ravenleigh. En realidad, Lali sentía lástima por ella, porque era muy improbable que lograra el favor de ningún caballero. Incluso le había enviado un ramo de flores con una nota que rezaba: «Sin rencores».
Podía permitirse el lujo de ser generosa con su perdón. Después de todo, sin lady Blythe, quizá Lali jamás habría conocido el verdadero contenido de las cartas que Peter le había escrito, tal vez jamás hubiera sabido lo fuerte y constante que su amor se había mantenido con el paso de los años.
—Lady Sachse, no te hemos oído acercarte —dijo lady Cassandra. —No pretendíamos insultarte, querida amiga, pero es inevitable percatarse... bueno, de que tu marido está deseando que concluya el desayuno nupcial para poder iniciar el viaje de bodas.
Lali sonrió, sin preocuparse por ocultar su impaciencia.
—Repito, qué afortunada soy.
Su boda con Peter había sido el acontecimiento más comentado de la Temporada. A Peter le pareció que no quedaba un solo sitio libre en la iglesia, ni una pizca de hierba en el patio de fuera que no ocupara alguien ansioso por vislumbrar a la pareja de recién casados. Sus hermanastras habían sembrado de pétalos de flores el camino de la iglesia ante el carruaje que había llevado a Lali y a Peter hasta la casa de los padres de ella. A continuación, se había celebrado el desayuno nupcial. Después de todos los brindis a la salud de los dos, las hermanas de Lali se la habían llevado para que pudiera cambiarse y ponerse la ropa de viaje. Ahora acababa de llegar a la biblioteca, donde tenía previsto empezar a despedirse, pero aquellas chismosas incorregibles habían llamado su atención. No les guardaba rencor tampoco. Era el día más feliz de su vida, y quería que todo el mundo estuviera tan lleno de gozo como ella.
—¿Adónde vas de viaje de bodas? —preguntó lady Anne.
—Nos vamos a Texas unos meses. —Era el regalo de boda de Peter, como si necesitara que le regalara algo.
—Oh, qué maravilla —exclamó lady Priscilla.
—Pasaremos bastante tiempo en América, dado que Peter tiene allí un rancho y algunos otros negocios. Deberíais venir a vernos alguna vez. Os presentaré a algunos vaqueros.
—Cielo santo. ¿En serio? Eso sería estupendo —murmuró lady Cassandra, como lo haría un gato satisfecho.
—Si me disculpáis, creo que mi marido y yo vamos a empezar a prepararnos para el viaje. Os agradezco que hayáis venido a la boda y al desayuno. Siempre he valorado mucho vuestra amistad. —Se inclinó hacia adelante y ellas hicieron lo mismo. —Creo que me mira como si fuera a tomarme sin piedad alguna.
—Ciertamente, así es —opinó lady Cassandra con la respiración entrecortada.
—Lo estoy deseando —les dijo Lali, sonriente, guiñándoles un ojo.
Aún hacían aspavientos y se abanicaban cuando ella fue a reunirse con Peter, que estaba al otro lado de la habitación, hablando con los padres de ella. Su madre reía, feliz. Al parecer, habían logrado dejar a un lado sus diferencias. Lali no sabía con certeza lo que había sucedido en su dormitorio durante los tres días en que había estado inconsciente, pero era obvio que su madre había empezado a apreciar a Peter en ese tiempo.
Era un poco extraño, pero ahora que por fin había llegado el momento, Lali no tenía claro sí estaba preparada para marcharse, después de todo. Peter la rodeó con el brazo y la atrajo hacia sí.
—¿Te encuentras bien, querida?
Ella asintió con la cabeza.
—No estoy del todo lista para marcharme —explicó, asombrada por la aspereza de su propia voz—, pero sé que debemos hacerlo.
—Lali, hoy es el día de tu boda. Si prefieres quedarte aquí, eso haremos.
—Peter, me vas a echar a perder si me dejas hacer todo lo que quiera.
El la miró, de pronto increíblemente serio.
—Ése es precisamente mi plan, querida.
Ella se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.
—Me gusta tu plan. —Luego le apretó el brazo. —Estoy lista. ¿Qué te parece? —añadió dirigiéndose a su madre. —Mañana vuelvo a mi hogar.
La mujer le dedicó una sonrisa triste y le acarició la mejilla.
—Confío en que descubras que tu hogar no está en un solo sitio, sino allá donde esté tu corazón. —Miró a Peter un instante y luego volvió a dirigirse a Lali: —Creí que eras demasiado joven para dejar el corazón en Texas, y lo siento mucho...
—Mamá —la interrumpió Lali tapándole la boca con su mano enguantada mientras negaba con la cabeza. —Todo eso forma parte del pasado. Hoy soy más feliz de lo que lo he sido nunca. Y tienes razón: que mi hogar esté en Texas o en Inglaterra dependerá de que Peter esté a mi lado.
—Pero ¿te vas o no? —preguntó Rocio.
Al mirar por encima de su hombro, Lali vio allí a sus hermanas, y se preguntó cuándo se habían acercado con tanto sigilo.
—Sí, me voy.
—¿No lo echarás todo de menos? —preguntó Rocio. —Los bailes, las fiestas...
—Volveremos —le aseguró Lali. —Antes de la próxima Temporada. Ahora que yo me he casado, le toca a Candela.
Miró a ésta, pero su hermana apenas reaccionó ante tal declaración.
—Me parece que ella ya tiene a alguien —dijo Rocio.
—Pues a mí me parece que, en el artículo de portada del periódico de mañana sobre este enlace, se hablará de la cantidad indecente de tiempo que invirtió la novia en despedirse —replicó Candela.
Después de una ronda de abrazos y más buenos deseos, Lali se descubrió intentando contener las lágrimas. Pero sabía que no eran de tristeza, sino de felicidad. Aquello era lo que quería, lo que siempre había querido. No podía estar triste, aunque la opresión que sentía en el pecho se pareciera mucho a la congoja.
Entonces se volvió para mirar a su madre y supo que las lágrimas que se amontonaban en sus ojos sí eran de infelicidad.
—Siempre he querido sólo lo mejor para ti —le dijo la mujer.
Lali la abrazó con fuerza.
—Lo sé, mamá.
—¿Quién iba a pensar que lo mejor para ti sería un vaquero?
Riendo, Lali la abrazó aún más fuerte antes de apartarse.
—Vaquero y conde. Me alegro de no haber tenido que elegir entre los dos. Te quiero, mamá, y te voy a echar mucho de menos.
—Lali, querida, tendríamos que marcharnos ya. Parece que la gente se está impacientando —dijo Peter.
Ella dio media vuelta, aún tenía que despedirse de alguien. Se colgó del cuello de su padrastro.
—Gracias por la vida que me has dado.
—Ha sido un placer para mí.
—No dejes que Candela se case antes de que yo vuelva.
—Como si pudiera impedir que alguna de mis hijas haga lo que se le antoje —le contestó él, riendo. Luego le acarició la mejilla. —Aunque no seas mi verdadera hija, lo eres en mi corazón.
Lali notó cómo las lágrimas le rodaban por las mejillas; Peter le puso su pañuelo en la mano.
—Te quiero, papá.
Volvió a abrazarlo, abrazó a su madre y a sus hermanas. Los invitados empezaron a apelotonarse alrededor para desearle lo mejor por última vez. Apoyada en el brazo de Lali, dejó que éste la condujera entre la multitud. Tantos rostros sonrientes, tantos buenos deseos...
Le resultó extraño marcharse para descubrir al fin que aquél era su sitio.



1 comentario:

  1. Otra vez Awww <3 divinos
    A la turra la hubieran encerrado en el manicomio...pero como dice Lali por ella Peter le dijo lo de las cartas y se casaron <3
    Muy hermosote
    Besitos
    Marines

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