Bueno Amorosas Este es ultimo de hoy que les pareció la maratón? si les gusto COMENTEN ya mañana la terminamos... besos
—Whithaven
—dijo Peter, elevando su profunda voz de barítono para que todo el mundo lo
oyera. —Le debo una disculpa.
—Eso creo.
—No debí
haberle pegado, pero así es como hacemos las cosas en Texas. Los vaqueros somos
hombres de acción más que de palabras, y no nos gusta que se insulte a nuestras
damas.
—No era mi
intención ofenderle; simplemente quería ahorrarle... No sabía que la
considerara... bueno... su dama —Interrumpió su tartamudeo. —Mis disculpas.
Peter le
tendió la mano.
—Aceptadas.
Whithaven,
cuyo aspecto recordaba al de un mapache asustado, con el contorno de los ojos
aún descolorido, le estrechó la mano.
—Estupendo.
Se produjo un
murmullo general cuando Whithaven dio media vuelta y se alejó, con una sonrisa
engreída en los labios, como si, de algún modo, se hubiera anotado una
victoria. Empezó a sonar la música y Lali, con los ojos empañados, no esperó a
que Peter volviera a su lado, sino que avanzó a toda prisa entre la gente hasta
llegar a él, a aquel hombre que había creído tener algo que demostrar y lo
había hecho. Lo estudió, escudriñó aquel rostro tan familiar, el del hombre al
que creía conocer; el que la había abrazado, la había besado apasionadamente,
le había hecho el amor... No podía admirarlo más.
—¿Me concedes
el honor de este baile, milord?
Él sonrió.
—El de éste y
el de todos los que quieras, querida.
—Teniendo en
cuenta que esta noche vas a ser objeto de especulación y chismorreo, quizá
consienta en permitirte más de dos.
La tomó en sus
brazos, riéndose.
—Has resuelto
muy bien el problema, Peter.
—Siempre he
sido honesto en mis tratos con otros hombres. Los ingleses no merecen menos.
—He oído lo
que has dicho. ¿Soy tu dama?
—¿Cómo has
podido dudarlo, Lali? Lo serás mientras sigas aquí.
«¿Y después
qué?», se preguntó ella. ¿Volvería a ser alguna vez la dama de alguien?
Bailaron la
escandalosa cifra de cuatro bailes seguidos. A Peter le daban igual las normas.
No le importaba lo que pensaran los demás. Lali se marcharía pronto y, como le
decía a menudo, hacía acopio de recuerdos para cuando ya no estuviera allí.
Ella se cansó
de discutir con él.
—Al menos
baila con mamá y con mis hermanas —le dijo. —Yo voy un momento a asearme.
—No tardes en
volver.
—No lo haré.
—Quiso darle un beso en la mejilla para tranquilizarlo, pero en cambio se
limitó a darle una palmadita en el brazo.
Subió la
escalera que conducía al salón principal y saludó a las damas que se encontró
de camino al pasillo de la entrada. Allí, inició el ascenso de la magnífica
escalera de caracol que llevaba a la segunda planta. Su carné de baile seguía
vacío, pero no le preocupaba. Sospechaba que bailaría todo el tiempo con Peter
y, a pesar de lo mucho que lo regañaba, no le importaba. Al igual que él,
también ella atesoraba los momentos que pasaban juntos para cuando se hubiera
ido. Al llegar al siguiente descansillo, sonrió a la mujer que se había detenido
a esperarla nada más verla.
—¡Lady Blythe!
—No es justo
—espetó ésta con un susurro malhumorado.
—¿El qué?
—preguntó Lali acercándose.
—Me robaste a
Martinez. Yo siempre lo había amado, y ahora ya no volverá a Londres para la Temporada
social. Sachse demuestra el más mínimo interés en mí y tú me lo arrebatas
también.
—¿Que se
interesó...?
—Sí, por mí.
Me llamaba «querida» todo el tiempo.
—Llama
«querida» a todas las mujeres. Eso no significa nada.
—Lo significa
todo. Crees que basta con que se haya disculpado con Whithaven. Pero ¿cómo te
sentirás cuando todo Londres sepa que has pasado una noche en su residencia?
Lali se la
quedó mirando y luego meneó la cabeza. —No es posible...
—¿Que lo sepa?
Claro que lo sé. Estuve vigilando desde mi carruaje después del baile de
Harrington. Y luego huyes al campo con él...
—¿Lo has
estado espiando?
—Que yo lo
haya espiado no es nada comparado con lo que has estado haciendo tú.
—No tienes ni
idea de lo que he estado haciendo y, además, no es asunto tuyo.
Se dispuso a
pasar de largo, pero lady Blythe la agarró del brazo.
—Arruinaré tu
reputación. Haré que ningún caballero se atreva a considerar casarse contigo.
Ni siquiera Sachse. Ya tuviste tu oportunidad con Kimburton. El conde me
pertenece.
—Sólo lo
quieres por su dinero y sus títulos. Yo en cambio lo amo... —Lali se
interrumpió. Cielo santo, era verdad que lo amaba. Todos los planes que había
estado haciendo no eran para volver a Texas sino para volver con Peter, sólo
que no había querido admitirlo, porque, durante un tiempo, creía que él la
había abandonado. Pero no lo había hecho. En cierto modo, al no confiar en Peter,
era ella la que lo había abandonado a él.
Tenía que
decírselo, decirle lo que sentía. No iba a volver a Texas. Quería quedarse en
Inglaterra.
Se volvió para
bajar la escalera. Tenía que encontrarlo. Inmediatamente.
—No, ¡no te
saldrás con la tuya!
Oyó aquel
chillido estridente, sintió un empujón en la espalda, perdió el equilibrio, y
gritó mientras rodaba por los duros peldaños de mármol. El dolor le hacía
estallar la cabeza y la oscuridad lo invadía todo.
Nooooo porque...turrraa porque lo hiciste mala....hay lo ama hermosa <3
ResponderEliminarPeter rescatala
Fabuloso Maratón divino <3
Besitos
Marines
Mas mas mas